JUAN CARLOS KREIMER

1ra. Edición: 1978
Editorial:
2da. Edición: 1993
Editorial: Distal
3ra. Edición:
Editorial: 
4ta. Edición: 2006
Editorial: Era Naciente
5ta. Edición: 2012 (E-book)
Editorial: Pluma y Papel
6ta. Edición: 2015
Editorial: Planeta 
Prólogo: S/P

Punk: la muerte joven es un libro que nació a contrapelo.
Fue escrito por un argentino pelilargo de treinta y pico exiliado en Londres en los años 70 que, en realidad, quería escribir una novela sobre el exilio de un argentino en Londres en los 70. Como era de esperar, la idea no prosperó, y en cambio sus editores españoles le pidieron un libro sobre el punk, una movida que por esos días disparaba en Inglaterra sus primeros salivazos corrosivos de contracultura. Tenía nada más que treinta días para escribirlo.

Con su misión a cuestas, Juan Carlos Kreimer salió a la calle a documentar el encargo con la cintura de un corresponsal de guerra y la pluma borrosa de un beatink aporteñado. Se trataba de condensar en vivo un modo de leer el mundo que no le era propio, y eso le otorgaba la distancia ideal, discreta y a la vez clave, para escribir un ensayo sobre el punk –en lo mejor de la tradición de Greil Marcus– corrido de todo lo esperable por ese entonces, pero también al margen de lo que se diría y se dice hoy en día sobre uno de los últimos estertores del rock entendido como cultura. Ajena y a la vez atenta al fanatismo, con ojo crítico, en un contacto cotidiano y casi “promiscuo” con los protagonistas, fue como tomó forma esa primera versión del libro editado en Barcelona en 1978.

Primera publicación

Esta nueva edición, corregida y aumentada, incluye las ilustraciones y fotos originales, y suma un texto clave para cerrar el círculo cuarenta años más tarde: Historias paralelas, el detallado diario de escritura de Punk. El lado B de un libro que pone en evidencia que detrás de todo hit se esconde, casi siempre, una gran canción.

Este libro fue fundamental en Argentina para hilvanar ideológicamente, las escasas noticias sobre el surgimiento del movimiento punk que se filtraban por entre las garras de la férrea censura de la Dictadura, a finales de los '70. Circulaba de mano en mano y "no se podía ser punk" si uno no lo había leído varias veces.

Es una crónica que muestra con detalles interesantes, con testimonios únicos, las causas de la irrupción del movimiento punk en el rock y en la sociedad. Su autor, el escritor argentino Juan Carlos Kreimer, fue testigo involuntario del surgimiento del mismo, debido a su forzado exilio europeo.

Las primeras noticias de la existencia del punk en la Argentina empezaron a darse en el año 1980, en el correo de lectores de la revista Pelo. El punk empezó a germinar por las grandes ciudades: Capital y Gran Buenos Aires, Rosario, La Plata, Córdoba, Mar del Plata. Se formaron más de una quincena de grupos, pero fueron tres las bandas más representativas: Los Laxantes, Los Baraja y Los Violadores. Paralelamente, brotó una tupida y diversa new wave. Los graffitis inundaron las paredes, surgió el teatro underground; también, lugares donde comprar desde ropa hasta discos: M-57, Rock Show y la galería Bond Street. En la radio, programas como 9PM, El Tren Fantasma o Cuero Pesado, empezaban a pasar canciones de grupos punks extranjeros. El primer fanzine (llamado Vaselina), se agotaba en los gigs. Como acá no existía la cultura del pub, las bandas solían tocar en discotecas o en clubes de barrio, lugares que por distintos motivos, resultaron muy hostiles. Así y todo, aparecieron un puñado de pubs por donde se afianzó la movida; lugares donde las cajas de Tamilán (anfetaminas) quedaban tiradas y vacías en la puerta de entrada. 

                                                                                                                            1993

Lo que para el punk inglés fue el año 1977, para el movimiento punk argentino lo fue el año 1982. En ese año, hubo masivas manifestaciones contra la Dictadura duramente reprimidas (con heridos, detenidos y muertos), invasión a las Malvinas, derrota y caos social; crecimiento exponencial de la deuda externa; salida a la luz de los Desaparecidos y los campos de concentración; etc. Entre otras cosas, el 16/5 las discográficas -ante la prohibición de pasar música en inglés- organizaron el Festival de la Solidaridad, en apoyo a la guerra (y para poder seguir vendiendo discos). La comparsa rockera asistió gustosa; no faltó ninguno. A cambio, recibieron difusión total por radio y TV. Después de haber sido perseguido, censurado y hasta acusado de subversivo, el "rock nacional" pasó a ser prácticamente un ministerio. A contramano de la corriente, en el mes de Mayo (plena guerra malvinera), Los Violadores graban su disco debut, verdadero mojón del punk argento.

Mientras tanto, en el primer mundo y ante la rápida asimilación que del Punk hizo el Sistema se volvió necesario refundarlo, regenerarlo, reciclarlo. Los jugosos contratos que consiguieron bandas como The Clash, Sex Pistols o The Ramones, fueron también sus lápidas. Así nació el Hardcore, la segunda embestida punk, de la mano de bandas como The Exploited, Black Flag, GBH, Discharge, etc., donde muchas (como los californianos Dead Kennedys o los británicos Crass) crearon sus propios sellos alternativos, un paso más allá en la independencia de las grandes compañías discográficas y toda su manipulación. 

                                                         2006                                             2012 (E-book)

Haber sembrado tantas semillas de autogestión e independencia en el rock, le permitió al movimiento punk potenciarse aún más con la aparición de internet, hasta el punto que ya existe una nueva "categoría social", el cyber-punk.
Mientras que a la poderosa industria musical, la posibilidad de comprimir archivos de música e intercambiarlos por la red le asestó un golpe mortal del que no se recuperó jamás. Discográficas multinacionales que desaparecieron o debieron fusionarse, miles de despedidos, pérdidas millonarias y desmoronamiento de un mercado que se refleja, por ejemplo, en que casi no quedan personas que puedan recordar cuándo fue la última vez que compraron un disco.
La lucha continúa.

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